Una empresa familiar que va en la cuarta generación

Desde que Nicolás Zunini fundó “El Revoltijo” (abuelo de quién en la actualidad es uno de sus directores, Luis Acosta Zunini) y a lo largo de estos 120 años, se han dado sucesivas transformaciones que hoy lleva a que esta empresa familiar y su permanencia sea el resultado de un gran trabajo que tiene que ver con cuatro generaciones.

El artículo de hoy lo compartimos con Sebastián y Nicolás Piastri (hijos de Enrique Piastri), Guillermo Acosta (hijo de Luis Acosta), Valentina Aguirrezabal (hija de Cristina Piastri), Sofía y Andrés Piastri (hijos de Eduardo Piastri) y Silvina Piastri (hija de Walter Piastri).

Cuando El Revoltijo “es todo” en tu vida.

Sebastián, se sumó a la empresa en el año 1997, desde ese momento ha pasado por varias áreas dentro de la misma. “Arranqué en el depósito, seguí por archivo, distribución de bebidas, super y administración. El Revoltijo significa mucho para mi, pero sobre todo felicidad de trabajar en lo que uno ama hacer. El mejor motivo para sumarme a la empresa fue que empezaría a trabajar con mi padre, mis dos tíos y así arrancaría mi camino”.

Nicolás, su hermano, se sumó en el año 2003. Al igual que Sebastián coincide en que El Revoltijo es “todo” en su vida. “Desde chiquito siempre estuve alrededor de El Revoltijo, yendo, escuchando a mis abuelos, tíos, padres. En nuestro entorno se nombraba a diario por diferentes motivos. Desde pequeño estuve acompañando, y luego comencé a trabajar.

Arranqué en la envasadora un par de meses, luego con el Car Center Pirelli cuando abrimos y desde ese momento estoy con el Car Center y la Automotora principalmente. Terminé el liceo y no quise seguir los estudios en Montevideo. Y así fue... ‘¡a laburar!’ dijeran los viejos”.

Valentina, comenzó en el 2008 y hoy en día se encuentra en el hipercentro. “Trabajo junto con mi madre, me encargo de la supervisión general, estoy en la parte de compras, también soy responsable de la parte de rotisería y confitería que ¡me encanta! Me ilusionaba entrar a trabajar en la empresa para en un futuro llevarla a otro nivel. Me entusiasmaba trabajar con mi familia”.

“Crecí con este lugar, viendo a mi abuelo en su escritorio, en su momento a mi padre, mi madre, mis tíos, primos, la familia y la empresa; siempre unidos”. Valentina

En el año 2010, Guillermo regresó de Montevideo para aportar desde su conocimiento en su área tomando el mando del centro de cómputos y más adelante tareas gerenciales, actividades que desempeña hasta el día de hoy. Para Guillermo el mejor motivo para sumarse a El Revoltijo fue acompañar el legado de la empresa familiar y aportar su granito de arena. “El Revoltijo para mi significa mucho: mi viejo, el abuelo... es familia”.

Sofía, nació en 1984 el año en que se inauguró el actual local de la zona este. “Crecí escuchando a papá hablar todos los días de El Revoltijo. Hice mi carrera universitaria pensando en poder algún día trabajar aquí...y las vueltas de la vida hicieron que desde hace más de diez años trabaje en la empresa. Hoy en día realizo varias tareas sobre todo en lo relacionado con recursos humanos.

Mi llegada a la empresa fue bastante imprevista porque sucede luego del fallecimiento de mi papá (Eduardo). En ese momento sentía que ´tenía que estar´ y que era una forma de continuar con su trabajo, con su legado en la empresa. Me quedó el sabor amargo de no haber podido compartir horas de trabajo con él ni de haber aprendido de su forma de trabajar”.

Cuando en el 2018 surgió la posibilidad de que Andrés se sumara a la empresa cuenta que fue algo completamente inesperado en ese entonces y agrega: “Me motivó el desafío de aportar lo mío en algo que siempre estuvo asociado con mi familia”. Andrés hoy trabaja en el centro de distribución de bebidas de Fábricas Nacionales de Cerveza. Para él también El Revoltijo es algo que siempre estuvo presente en su vida. “Inevitablemente va de la mano de los recuerdos familiares: abuelos, primos, tíos....vivíamos todos juntos; con mis primos nos criamos como hermanos, jugando todo el día en el fondo común que tenían nuestras casas”.

Silvina, se sumó en el 2019 a trabajar en el hipercentro en el área administrativa y desde agosto de este año está como encargada en zona este. “Mi padre (Walter) falleció en enero de ese año y sentí que tenía que seguir con una partecita de lo que él hacía y tanto lo disfrutaba” comenta.

Ser parte de las nuevas generaciones que llevan adelante la empresa implica una gran responsabilidad y el mejor desafío sostiene Sebastián.

“Las generaciones anteriores hicieron (y aún hacen) todo para dejar una empresa sólida, saneada, y me gustó el desafío y la responsabilidad de continuar por ese camino”. Andrés

Valentina por su parte cuenta “Lo asumo como una responsabilidad muy grande, intento aplicar lo que me enseñaron, trabajando en actualizarnos de a poco sin perder la esencia de El Revoltijo”. Nicolás coincide con la responsabilidad que implica, “La empresa tiene muchos años y muy bien llevados adelante. Hacemos todo lo posible por seguir esa línea con algunos cambios que la tecnología y el mercado requieren”. Para Guillermo es un orgullo muy grande poder continuar lo que comenzó su bisabuelo junto a personas que se conocen desde niños.

Los recuerdos de la infancia de cada uno de El Revoltijo de “aquellas épocas” son innumerables.

“Recuerdo venir a visitar a papá y al abuelo a las oficinas donde hoy yo trabajo, y hoy mis hijos me visitan a mi y a su abuelo”. Guillermo

“Que Hilda (quién es la encargada del super zona este y que todavía trabaja con nosotros) me de chocolates escondido de mi padre. Los campamentos que se hacían en el monte de ´El Pedregal´ cuando yo era chico. Era tremendo acontecimiento y un clásico de semana santa” cuenta Guillermo. Andrés también recuerda estos campamentos: “Íbamos toda la semana. Yo empecé a ir siendo muy chico. Los mayores metían mucho truco, caza, pesca, y la barra tomaba alguna cosita también (yo en ese entonces refrescos solamente, risas). Aprendí muchas cosas en esos campamentos. Me encantaba salir a andar en canoa por el Arapey con papá o con el tío Walter. Iban varios ´históricos´ de El Revoltijo a esos campamentos. Tengo los mejores recuerdos”.

Ir al super con su madre y mientras ella hacía las compras él ir a buscar los chicles " doble globo" es el primer recuerdo que se le viene a Sebastián. También recuerda la cantidad de cupones que había (urnas, piscinas, etc.) el día del sorteo de los 100 años. “¡Era impresionante!” afirma.

Nicolás recuerda ver una especie de puente a motor eléctrico con engranajes y cadenas que usaban para descargar bolsas y casilleros de cerveza (no había montacargas).

Valentina guarda el recuerdo de ir a jugar a los depósitos, al altillo, el olor a cubiertas, además del día que inauguraron el hipercentro que fue cuando su madre comenzó a trabajar en la empresa y para ellos (sus hijos) fue todo un orgullo. Pero hay un momento que Nicolás y Valentina no se lo olvidan, y es el del día que en el super zona este le entregaron un premio a Federico Moreira. “Nosotros chiquitos copados con él” dice Valentina y Nicolás agrega: “Era un ídolo en aquellos tiempos para nosotros”.

Silvina recuerda ir a comprar al súper zona este cuando la puerta principal daba a Avda. Batlle y Sofía no se olvida que “Todos los sábados veníamos al supermercado con mi abuela y todos mis primos en su auto, hacíamos las compras y subíamos a la oficina a saludar a papá, a mis tíos y al abuelo. Siempre nos llevábamos hojas que estaban en desuso para dibujar y jugar en casa. Cuando tenía 16 años y se venían las vacaciones de turismo, papá me planteó la posibilidad de ir a trabajar al supermercado del centro embolsando mercadería detrás de las cajas, era una manera de poder juntar algunos ahorros y además de colaborar con la empresa en una época del año bastante especial y de mucho movimiento. Así que allí fui, mi primer ´trabajo´ remunerado durante una semana en la que conocí mucha gente, me divertí y aprendí”.

Llegaron para aportar aún más compromiso, esfuerzo, proactividad, nuevas ideas, una nueva visión al negocio para ir adaptándolo a los nuevos tiempos, creatividad, frescura, la impronta y lo mejor de cada uno, la dedicación al 100% para la empresa. Toman decisiones y buscan consejos en las otras generaciones “Ellos la tienen clara, saben hasta del último rincón de la empresa” afirma Guillermo y concluye Silvina:

“Si bien significa una gran responsabilidad al ver todo lo que han logrado nuestros abuelos y padres, tengo fé de que eso se va a mantener”. Silvina